Menudo batacazo se pegó ayer la bolsa. Los diarios económicos titulaban “Pánico en las bolsas”. El índice de la bolsa española, el Ibex, cayó un 7,54%, la mayor caída desde que se fundó, y, el banco más importante español, el Santander, bajó un 9% de golpe. Pero no fue ninguna sorpresa, al menos no para mí, lo único misterioso era saber el cuándo.
Lo que está claro es que estoy seguro que los que de verdad mueven los millones, no sólo no perdieron, sino que seguramente ganaron. Digo esto desde una suposición, porque una bajada así no la pueden crear los pequeños inversores. Lo normal es que los grandes inversores recogieran sus beneficios, vendieran de golpe, y cuando decidan que el precio de las acciones es suficientemente bajo, volverán a comprar. Mientras, crean miedo en los pequeños, que venderán ahora que ya no pueden recoger beneficios, y los grandes aumentarán su poder todavía más. Eso ya ha ocurrido varias veces en la historia, así que no es nada nuevo.
El problema es que, en realidad, las decisiones son siempre emocionales. Muchos suponen que los supuestos analistas hacen sus cálculos matemáticos y actúan en consecuencia, pero esa suposición es falsa. Por eso, para el pequeño grupo de grandes inversores es tan fácil manejar la bolsa a su antojo. Además, no está de más recordar, que el dinero no existe, es una mera invención, pero no digo con ello que sea un invento malo. Al principio se usaba para hacer más fácil el intercambio de objetos. Ahora se usa para esclavizar a las masas. ¿Un ejemplo didáctico? Si tienes un cliente edonkey puedes bajarte este pequeño documental titulado “El dinero es deuda”. Disfrútalo.
Así pues, se acerca una temporada en la que nos convencerán de que la economía va mal, que es inevitable la subida del paro y que nos exigirán no poder disfrutar del poco dinero que nos permiten tener. Y si se les antoja, tal como ocurrió hace 70 años, nos proporcionarán alguna guerra mundial para limpiar la chusma y volver a empezar otro ciclo. Todo por el “beneficio” de la humanidad, por supuesto. Está claro que esta gente que vive de fábula no cambia.
En fin… la historia suele repetirse, con diferentes actores, pero con los mismos roles: por un lado los buitres, y por otro lado la carroña, quiero decir, nosotros.
(Publicado originalmente el 22 de enero de 2008)
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