He encontrado un papel viejo que imprimí hace un par de años. No pone
de dónde lo saqué, pero creo que fue de algún comentario de un artículo
económico. El comentarista escribe que fue un regalo de un “compañero
veterano cuando entré a trabajar en un banco español”. Se llama “Recomendaciones a los banqueros de 1863″ y es una delicia leerlo por el contraste con estos tiempos que vivimos. Dice así:
“No conceda créditos que no estén asegurados más allá de toda
contingencia razonable. No haga nada por animar o promover la
especulación. Facilite sólo las transacciones que sean legítimas y
prudentes. Que sus descuentos sean por un plazo tan corto como le
permita el negocio de sus clientes, e insista en que el pago de todo el
papel se realice al vencimiento, tanto si Vd. necesita el dinero como si
no. No renueve nunca una operación o una factura simplemente porque no
conozca dónde colocar el dinero con el mismo rendimiento, en caso de que
el pago se realizase. De ninguna otra forma puede Vd. controlar su
linea de descuento, o hacerla permanentemente segura.”
“Distribuya sus créditos en lugar de concentrarlos en unas pocas
manos. Los créditos elevados concedidos a una firma o a un individuo
únicos, aunque pueden ser en ocasiones lícitos y necesarios, son
generalmente poco juiciosos y frecuentemente inseguros. Los acreedores
importantes pueden tener posibilidad de controlar el Banco; y cuando se
produce esta relación entre un Banco y su cliente, no es difícil decir
quién sufrirá las consecuencias al final. Cada dólar que un Banco presta
por encima de su capital o reserva, lo debe, y sus gerentes tienen por
consiguiente la obligación más estricta hacia sus acreedores, así como
hacia sus accionistas, de mantener sus descuentos permanentemente
controlados.”
“Trate a sus clientes con desprendimiento, no olvidando nunca que un
Banco prospera si sus clientes prosperan, pero nunca les permita que le
dicten su política.”
“Si duda de la conveniencia de un descuento, dele al Banco el
beneficio de la duda y rechácelo; no realice nunca un descuento si duda
de su conveniencia. Si tiene razones para desconfiar de la integridad de
un cliente, ciérrele su cuenta. No trate nunca con un bribón en la
creencia de que Vd. puede impedir que lo engañe. El riesgo en este caso
es mayor que los beneficios.”
“Pague a sus empleados salarios que les permita vivir con holgura y
respetabilidad sin tener que robar; y exíjales la totalidad de su
tiempo.”
“Si un empleado vive por encima de sus ingresos, despídalo; incluso
si su exceso de gastos se puede explicar en forma consistente con su
integridad, aún así despídalo. La extravagancia, aunque no sea un
crímen, conduce inadvertidamente al crimen. No puede ser un empleado de
confianza de un Banco quien gasta más de lo que gana.”
“El capital de un Banco debe ser una realidad, no una ficción; y debe
estar en las manos de los que tienen dinero que prestar, y no en los
necesitados de él. El Interventor tratará de evitar, por todos los
medios a su alcance, la creación de un capital ficticio por parte de los
Bancos nacionales, mediante el uso de su propia circulación fiduciaria,
o de cualquiera otros medios artificiales; y en sus esfuerzos para
conseguirlo confía poder contar con la cooperación de todos los Bancos
bien dirigidos.”
“Persiga un negocio bancario directo, honesto y legítimo. No deje que
la perspectiva de grandes beneficios lo tiente a hacer nada que no esté
permitido por la Ley de Moneda Nacional. Los ‘espléndidos financieros’,
en el mundo de la Banca, son generalmente o farsantes o truhanes”.
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