viernes, 2 de diciembre de 2011

El euro: Todo final es un principio

Recuerdo como fui contentísimo a una sucursal bancaria a cambiar algunos miles de pesetas por unas bolsitas con euros equivalentes, el primer día que se permitió el cambio a los ciudadanos de a pie. Por fin íbamos a tener una moneda propia europea fuerte que compitiera con el dólar mano a mano. Ya no éramos unos provincianos nio unos europeos de segunda. África por fin acababa al otro lado del estrecho y no al pasar los Pirineos.

Esto... disculpad mi ingenuidad de entonces.

Este pasado 25 de noviembre, el diario británico The Telegraph hacía saltar las alarmas: "Prepárese para los disturbios en el colapso del euro, Ministerio de Relaciones Exteriores advierte", lo que se veía venir desde hace mucho ya estaba a la puerta de la esquina: el coplapso del euro. Para los que no hayan seguido este blog, y no sigan las noticias económicas, quizás les haya parecido una sorpresa que algo negado por activa y por pasiva desde los poderes públicos sucediera realmente. Pero todos los indicios han estado durante años delante de nuestras narices.

Dicen que en economía, cuando las noticias saltan a los periódicos generalistas, ya es demasiado tarde. Claro, porque el público no tiene derecho a saber. Pues una dosis: "Las empresas preparan planes de emergencia para la ruptura del euro", y otra: "La eurozona entra en un "período crítico de diez días" para salvar el euro". Ante esta situación financiera dramática, los principales bancos centrales se conjuraron tras las cortinas para fabricar más dinero fiduciario e inyectarlo al sistema, y este 30 de noviembre fue un día que pasará a los anales de la historia económica, pero hay que buscar entre las opiniones, y no entre las noticias, los entresijos: "Nada que celebrar, ayer Europa evitó por los pelos su colapso" y "Lo que oculta el nuevo plan de los seis banqueros centrales". En todo caso, esta acción conjunta sólo ofrece parches y más parches. Una mera distracción temporal. Aún así, desde los EE.UU. todavía se atreven a pronosticar el resultado: "Aquí están las 4 maneras en que se podría resolver la Euro-Crisis".

Como en río revuelto, la mierda sale a la superfície, como mínimo tenemos el consuelo de que asuntos que la burbuja ocultó, ahora salen a la luz: "De la gran corrupción a la quiebra total". Sin embargo, a los que no pertenecemos a las élites, que juegan con la mayoría de nosotros como si fuéramos muñequitos desechables, el golpe que nos llevaremos será fuerte. Pero, como se dice, lo que no mata engorda, y unos acontecimientos como estos podrían propiciar que por fin pusiéramos orden al estado de cosas. La historia puntual así nos lo demuestra, como por ejemplo, cuando los revolucionarios de los EE.UU. se vieron ahogados económicamente por la fabricación de ingentes cantidades de dinero fiduciario durante su guerra de independencia, y plasmaron en su Constitución que nunca más. Claro que, varias generaciones después, los banqueros europeos, a través de Wall Street, retomaron el control, enmendaron esa Constitución, y crearon la FED, que es el inicio del grave problema humanitario ante el que nos encontramos.

Así pues, como todo final también es un principio, es el momento de usar la experiencia que tenemos sobre el asunto, retirar del poder a los que nos han llevado al desatre por su codicia y propio beneficio, y crear las condiciones para que, al menos durante muchas generaciones, los ciudadanos no tengan que trabajar sólo para pagar a los bancos, sinó que los bancos y el dinero estén al servicio del ciudadano. Hay quien dice aquello de "no hay mal que por bien no venga", hagamos que sea verdad.

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